¿El juego influye en el desarrollo?



En los niños, se ha dejado claro que aprenden más rápido a través de juegos; estos hacen que ellos puedan crear, inventar, explorar cosas nuevas con una motivación positiva o sana, de manera que además de divertirse, están aprendiendo.

Por naturaleza, los niños deben desarrollarse física, social, emocional e intelectualmente a través del juego y la exploración, junto a otros niños.

Diferentes estudios han demostrado que el juego infantil adquiere una particular trascendencia en la formación del carácter y los hábitos de los niños. 

El juego es sobre todo un proceso, sus motivaciones son intrínsecas no tiene metas o finalidades extrínsecas. Así mismo el juego es una actividad que implica acción y participación activa.                  Se considera la ficción como un elemento constitutivo del juego. Jugar es el “como sí” de la realidad, teniendo al mismo tiempo conciencia de ficción. La ficción implica oposición con la función de lo real y le permite al niño/a liberarse de las imposiciones que lo real le impone para actuar y funcionar con sus propias normas y reglas que a sí mismo/a se impone.

El juego es fuente de aprendizaje porque estimula la acción, la reflexión y la expresión. Es una actividad que permite investigar y conocer el mundo de los objetos, el de las personas y su relación, explorar, descubrir y crear. Los niños/as aprenden con sus juegos, investigan y descubre el mundo que les rodea, estructurándolo y comprendiéndolo.

No hay diferencia entre jugar y aprender, porque cualquier juego que presente nuevas exigencias se ha de considerar como una oportunidad de aprendizaje; es más, en el juego los niños y las niñas aprenden con una facilidad notable porque están especialmente predispuestos para recibir lo que les ofrece la actividad lúdica a la cual se dedican con placer.

Aunque el juego se pueda ver como una forma de descanso y ausencia de esfuerzo, podemos observar que este puede implicar un gran esfuerzo. Muchos juegos poseen reglas severas, y actividades costosas o arduras que buscan dificultad, mientras en otras ocasiones transcurren en medio de tranquilas repeticiones y sin otra intención que la obtención de placer. Sin embargo para que haya juego y para que el niño/a se divierta los obstáculos a superar desempeñan un papel importante, y parece necesarios porque por lo contrario se cae en el aburrimiento.

Desde el punto de vista afectivo y social, toma contacto con sus iguales, y ello le ayuda a ir conociendo a las personas que le rodean, aprender normas de comportamiento y a descubrirse así mismo en el marco de estos intercambios.

En el plano intelectual, el desarrollo del juego de simulación o ficción incorpora muchas tendencias del desarrollo cognitivo, todas ellas relacionadas con el desarrollo de un pensamiento menos concreto y más coordinado.
 
Y desde el punto psicomotriz, el juego potencia el desarrollo del cuerpo y de los sentidos. La fuerza, el control muscular, el equilibrio, la percepción y la confianza en el uso del cuerpo, se sirven para su desenvolvimiento de las actividades lúdicas.

Es una experiencia de libertad ya que se produce sobre un fondo psíquico caracterizado por libertad de elección. Es una actividad voluntaria libremente elegida que no admite imposiciones externas. Aunque cuando el juego es grupal tiene que acatar las reglas del juego.

De hecho, durante casi toda la historia de la humanidad, excepto en los tiempos de esclavitud o trabajo infantil intensivo, los niños pasaban gran parte de su tiempo jugando y explorando con otros niños, lejos de la supervisión constante de los adultos. El juego libre fue su principal fuente de alegría y la forma natural de aprender a convertirse en personas independientes, responsables y competentes.




Hace algunas décadas (30 o 40 años), todavía era común que los padres dejaran a los niños jugar fuera de casa, donde podían encontrar a otros niños y jugar a lo que quisieran. Ahora, se han ido desarrollado reglas o normas que impiden ese tipo de juego. Lo peor de todo es que existen buenas razones para creer que estas normas de restricción de la libertad infantil son una causa importante de los niveles récord de depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos entre los jóvenes de hoy.



Y no es solamente por las normas por seguridad de estos, sino que la tecnología ha avanzado al grado de que la mayoría de actividades, tanto familiares como individuales se pueden hacer sin uno tener que 
levantarse a hacerlas, y así mismo es con los juegos.



De hecho, es curioso que la mayoría de los padres reconocen que sus hijos juegan al aire libre con otros niños mucho menos que ellos mismos cuando tenían su edad. Muchos de ellos son conscientes de la importancia del juego libre, fuera de casa y con otros niños. Sin embargo, también afirman que es imposible, sobre todo porque otros padres no dejan que sus hijos salgan a jugar. Por otra parte, explican que si los demás ven a sus hijos solos en varias ocasiones, hay grandes probabilidades de que informen a los servicios sociales y concluyan que están siendo negligentes. En el caso de esos padres, el temor a lo que puedan pensar los demás, la conformidad con las normas sociales que se han ido imponiendo, y no solo eso si no también la preocupación por la seguridad de sus hijos les impide brindarles más libertad.


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